jueves, 30 de julio de 2020

EXTRAIDO DEL BLOG DE MAR BENEGAS (ESCRITORA Y POETA)

EL HILO POETICO
El poético es un territorio que pertenece a la infancia. No es posible separar los primeros años de la vida de la poesía. La infancia vive en la poesía y en la poesía crece. Sin entenderla, sin cuestionarla. La vive con el cuerpo y con el alma.
Hay un hilo, indestructible pero fino como la seda, invisible, un hilo que es un cántico, una música que hace bailar a las piedras y latir a los corazones. Es la voz de todo lo que somos y todo lo que fuimos, es la semilla de la palabra mágica, de la palabra gasa, de la palabra danzante. Ese hilo llega de atrás, de mucho antes, del lugar de todo lo posible. Allá donde se teje la memoria, la propia y la colectiva.
Ese hilo es una semilla. Comienza a latir en el momento en que la vida prende en el vientre recién habitado de una futura madre. Ese ritmo primigenio es el padre del tiempo: el latir del corazón del que luego nacerán los segundos.
Lo primero que escucha el bebé es un poema. Una rima que construye su memoria mientras le recita su historia: pum-pum, pum-pum. Las voces de afuera acompañan. Donde todavía no hay razonamiento (la razón y la mente llegan mucho más tarde), ni hay luz, ni nada se necesita, lo que arropa es el ritmo, la voz y el cuerpo de la madre. Un mundo de agua donde suena una música infinita.
Al nacer nos recoge de nuevo un cuerpo, cálido, que nos acerca a su piel y nos alimenta. ¿Será por eso que el alimento nace tan cerca de aquel latido que nos acompañó 9 meses?, ¿para seguir escuchando esa música infinita que todo lo calma?
Eso es la poesía, un lenguaje que llega mucho antes de la conciencia. Que nos consuela y estremece, un lenguaje de afecto y misterio. Una pequeña luz que se enciende en mitad de la oscuridad.
Pero el lenguaje es algo infinito, nunca se termina de conquistar, y complejo también. Así que la infancia, mamífera y, por tanto, lúdica, aprende a manejarse en la realidad del lenguaje como en toda realidad circundante: jugando, experimentando y relacionándose simbólicamente con ella. Ese lenguaje que permite que la silla sea un caballo o la mesa una cabaña, ese lenguaje flexible, que nos hacer reír, jugar, aprender y sentir.
Por eso es tan importante que tomemos conciencia de la necesidad de ofrecer palabras de verdad, para que puedan defenderse. Ser conscientes, nosotras, personas adultas, que el lenguaje es poder y como tal es usado por el sistema para adormecer o someter. Para contrarrestar, no olvidemos lo que escribió Octavio Paz: “las redes para pescar palabras están hechas de palabras”. La infancia necesita el lenguaje, jugarlo, aprehenderlo y, por tanto, nos necesita para poder nutrirse de él. El alimento de su pensamiento, de su alma, pasa por las palabras que pongamos a su alcance.

TEJER POESÍA EN FAMILIA
Podemos regalarnos libros de poemas, y leerlos poco a poco. Por ejemplo, aquí unas gotitas en verso que nos han inspirado…









“Por eso aquí, queridas familias os acercamos también los títulos que con tanto cariño compartimos tanto en el aula, como en nuestras últimas tertulias del curso, bueno, algunos ya habían llegado a nuestros oídos como vuestros favoritos y que mejor que entre todas podáis imaginar y volar juntas por el universo marino, terrestre o celestial de las palabras, en compañía de aquellos que más os quieren.

Poesía, relato, cuento, álbum ilustrado, una piedra en el camino o una ola en el mar… todo son historias que encuentran su sentido en el corazón de cada una de vosotras, familias meloneras”.



Y estos son varios cuentos, que les fue gustando a vuestras criaturas, cuando estuvieron con nosotras compartiendo un trocito de ellas mismas, en La Melonera.




libros kalandraka Luna y Árbol de Antonio Rubio y Óscar Villán

Libros kalandraka veo veo y Limón de Antonio Rubio y Óscar Villán